cuello.
EXAMEN FÍSICO DEL CUELLO
Inspección:
Está orientada a buscar cambios en:
- La forma del cuello (adenopatías, bocio, lipomas,
quistes o tumores). En este caso es muy importante la
ubicación del aumento de volumen cervical pues nos
orientará en el diagnóstico.
- La piel: signos vasculares, congestión venosa,
cicatrices quirúrgicas, nevos, melanoma y radiodermitis.
También puede verse el orificio externo de fístulas.
Debe examinarse la posición y movilidad de la cabeza en
busca de espasmos musculares.
Palpación:
La palpación se lleva a cabo desde el frente o desde
atrás del paciente, lo importante es que ambos lados deben
ser palpados y comparados. La cabeza debe inclinarse levemente
hacia delante para relajar los tejidos blandos.
La palpación en busca de adenopatías debe ser
sistemática y se recomienda seguir un orden: desde los
linfonodos submentonianos hacia los submandibulares, luego a lo
largo de esternocleidomastoídeo hasta el espacio
supraclavicular, y desde ahí siguiendo el curso del nervio
accesorio terminando en los grupos retroauricular y preauricular.
La palpación de la glándula tiroides se realiza
desde atrás del enfermo, con los pulgares afirmados debajo
de la nuca y los dedos restantes sobre la región tiroidea
en la cara anterior del cuello. Es útil ubicar la
posición del cartílago cricoides, ya que
inmediatamente bajo él se encuentra el istmo tiroideo. En
esta posición se indica al enfermo que degluta mientras se
intenta delimitar los lóbulos tiroideos. La glándula
asciende con los movimientos deglutorios.
Finalmente debe palparse la tráquea, evaluar su
movilidad en sentido lateral y su ubicación en la
línea media (descartar desplazamientos).
Auscultación:
Debe realizarse cuando se sospecha tumor del cuerpo
carotídeo, aneurismas vasculares, estenosis carotídea o
bocio hipertiroideo
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